La hacienda Paria con una extensión de 35,030 hectáreas, comprada por la compañía minera Cerro de Pasco Mining Company a las Hermanas Nazarenas de Lima, tiene esta vieja historia. Se había constituido en 1591 por la unión de las estancias “Carcas”, de propiedad de Juan de Ureta y, “Paria”, de doña Ana de Pajuelo. Ochenta y siete años después -1675- pasó a ser propiedad de doña María Luisa Herrera con el definitivo nombre de “San Juan de Paria”.
Por aquellos años, su hija mayor, doña Eleodora Ruiz Herrera, ingresa en el beaterio de las Nazarenas de Lima fundado por la madre Antonia Lucía del Espíritu Santo. Este lugar nacido para servir a la devoción del Señor de los Milagros -pintado por un negro esclavo de Angola en 1651- era el lugar donde se alojaban las beatas. El muro en el que estaba pintada la imagen del Salvador, soportó sucesivos terremotos que devastaron a Lima. Desde entonces fue en aumento su culto. En este lugar se producían milagrosas curaciones a favor de los devotos que rezaban ante la imagen. Más tarde, cuando las autoridades decidieron borrar la imagen milagrosa, ocurrió una serie de maravillosos prodigios que impidieron su borrado.
Después del terremoto del 20 de octubre de 1687, don Sebastián de Antuñano y Rivas, vizcaíno residente en Lima, inició las procesiones al sacar una réplica del mural. Empleó toda su fortuna en adquirir el terreno donde se encontraba la Capilla del Santo Cristo de los Milagros y terrenos colindantes para edificar una iglesia totalmente consagrada al servicio del Señor de los Milagros. Como su fortuna personal no era suficiente, tuvo que buscar ayuda. Algunas personas notables hicieron generosos donativos.
Es necesario añadir, como dato fundamental, que aquellos años los monasterios recibían dotes, herencias y diversos tipos de ayuda, tanto en dinero como en otro tipo de bienes. Casi todas las familias importantes de la ciudad tenían a uno de sus miembros allí. Un monasterio no solo tenía su local sino podía ser propietario de más inmuebles o, incluso, huertos, chacras o haciendas. Debido a que las monjas se consagraban a Dios y, por lo tanto eludían los rigores del matrimonio, la maternidad, la lactancia o cualquier labor doméstica o manual tenían una expectativa de vida mayor a la de las demás mujeres. Algunas llegaban a vivir más de 80 o 90 años, edad impensable para alguna mujer que hubiera parido media docena de hijos, lactarlos y criarlos.
Con estas consideraciones, Sor Benedicta de la Concepción, nombre religioso que se le había ungido a doña Eleodora Ruiz Herrera (Ya monja de Claustro), en pago de su dote matrimonial (Ella –se entiende- se había casado con Cristo) dona la hacienda Paria que había heredado de su madre, doña María Luisa Herrera. La escritura pública de esta donación al Convento de las Nazarenas Carmelitas del Santuario del Santo Cristo de los Milagros, se extiende en la Notaría de Don Francisco Montiel Dávalos.
Como vemos, fue un valioso donativo de una mujer pasqueña al nacimiento a una respetable institución religiosa. Muchos ignoran este acontecimiento importante. Así se estableció el Santuario del Señor de los Milagros con el fin de propagar su ideal y llevar a cabo los deseos de la Madre Antonia Lucía del Espíritu Santo. El 12 de Octubre de 1700, según las Constituciones de Santa Teresa de Jesús, quedó establecido definitivamente en Monasterio de Carmelitas.
Esto determinó que pasando por alto más de tres siglos de vida del Cerro de Pasco, los capitalistas norteamericanos que compraron la hacienda Paria, aseguraban ser dueños absolutos de sus tierras, aguas, caminos y pastizales, impidiendo cualquier transformación que tratara de efectuar la Municipalidad. Aseguraban -colmo de cinismo- que los mismos cerreños contaban la historia del indio Huaricapcha, “Pastor de la Hacienda Paria” que, como sabemos, es una leyenda y no un hecho histórico.
En resumen, la Hacienda Paria había sido comprada por la “Cerro de Pasco Mining Company”, su propietario, a comienzos del siglo XIX. Finalmente por Ley de Reforma Agraria (Ley Nro. 17716), promulgada el 24 de junio de 1969, pasó a ser propiedad de los campesinos de Pasco. Un poeta popular que se había ganado las simpatías del pueblo, escribió por aquellos días, lo siguiente:
LOS PASTOS DE PARIA
Voy a entonar un aria Pero muy serio y muy formal
llena de melancolía me previene un escribano
sobre los pastos de Paria, que mi área superficial
que es el asunto del día. la pague el americano.
Yo poseía una chocita Y las minas que explotan
que heredé de mis abuelos desde el tiempo colonial
en donde hace tiempo que habita mis padres y me legaron
mi mujer y mis polluelos. como herencia natural.
Hoy con singular porfía Y aunque es cosa muy precaria
me lo quiere disputar no es raro intenten probar
la colosal Compañía que están en pastos de Paria.
con argucia singular. desde la Quinua hasta el mar.
BOHEMIO.